miércoles, 4 de diciembre de 2013

El relativismo

Durante siglos los europeos han ido al resto del mundo a llevarse las materias primas que necesitaban, y para justificar ese expolio se han dedicado a denigrar a otras culturas. Sirva como ejemplo lo que hicieron los españoles en Latinoamerica. La población indigena de America era de unos setenta millones de personas a la llegada de Colon. Pero en siglo y medio se habia reducido a tres millones y medio. Los españoles obligaban a los indios a trabajar forzosamente en minas como la de Potosí, en Bolivia, desde la que salieron toneladas y toneladas de plata hacia España. En tres siglos murieron alli, en las minas de plata, unos tres millones de personas, en unas condiciones de trabajo brutales, pues la mina era una maquina de triturar trabajadores. Pero no faltaban justificaciones ideológicas que hablaban de la “maldad natural” de los indígenas, de su pereza y su estupidez. Tambien habia testimonios que describian mejor a los indios que a los españoles, como este texto que aparece en el testamento de Mancio Serra de Leguizamo, el último superviviente de los primeros españoles que conquistaron Perú. Encontramos estos reinos en tal buen orden, y decían que los incas los gobernaban en tal sabia manera que entre ellos no había un ladrón, ni un vicioso, ni tampoco un adultero, ni tampoco se admitía entre ellos a una mala mujer, ni había personas inmorales. Los hombres tienen ocupaciones útiles y honestas. Las tierras, bosques, minas, pastos, casas y todas las clases de productos eran regularizadas y distribuidas de tal manera que cada uno conocía su propiedad sin que otra persona la tomara o la ocupara, ni había demandas respecto a ello… el motivo que me obliga a hacer estas declaraciones es la liberación de mi conciencia, ya que me encuentro a mi mismo culpable. Porque hemos destruido con nuestro malvado ejemplo, las personas que tenían tal gobierno que era disfrutado por sus nativos. Eran tan libres del encarcelamiento o de los crímenes o los excesos, hombres y mujeres por igual, que el indio que tenía 100,000 pesos de valor en oro y plata en su casa, la dejaba abierta meramente dejando un pequeño palo contra la puerta, como señal de que su amo estaba fuera. Con eso, de acuerdo a sus costumbres, ninguno podía entrar o llevarse algo que estuviera allí. Cuando vieron que pusimos cerraduras y llaves en nuestras puertas, supusieron que era por miedo a ellos, que tal vez no nos matarían, pero no porque creyeran que alguno pudiera robar la propiedad del otro. Así que cuando descubrieron que teníamos ladrones entre nosotros, y hombres que buscaban hacer que sus hijas cometieran pecados, nos despreciaron Libro: "Las venas abiertas de América Latina" de Eduardo Galeano http://stella.psuv.org.ve/wp-content/uploads/2009/05/las-venas-abiertas-de-america-latina.pdf

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